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MÁS SOBRE “MI LIBRO”


Aprovechando que El Chícamo pasa por Abanilla, y siguiendo la doctrina de Paco Umbral, que no la del “botín”, voy a hablar de “mi libro”.

“MI LIBRO”, del que soy autor al 25%, que lleva por título “LOS REGADÍOS MEDIEVALES Y SU EVOLUCIÓN HISTÓRICA EN EL BAJO SEGURA”; ISSN 2340-874-X, se imprimió en los primeros meses de 2014, a cargo del Patronato Histórico Artístico de la ciudad de Orihuela, fundación perteneciente a la Comunidad Valenciana. Su presentación se fue demorando en el tiempo, presuntamente por los problemas que el caso “Brugal” desencadenó en el Ayuntamiento de Orihuela, al destapar el alcalde Monserrate Guillén, con la vara que le dieron “Los Verdes”, la trama de listillos que pululaban por las orillas de las cloacas satraperas. En la contraportada del libro figuran los anagramas de las entidades e instituciones que lo han patrocinado, no habiendo ninguna perteneciente a la Región de Murcia, porque la Vega Baja comienza su andadura a partir de los Mojones del Reino, en Beniel, aguas abajo. Abanilla perteneció al reino de Aragón durante algún tiempo, bajo la gobernación de Orihuela, que por eso lleva las barras de Aragón en su bandera pendonera, lo cual NO motivó a su corporación municipal a colaborar con esta publicación, porque en su presupuesto de 2014 solo dedicaron un euro para cultura y deportes. No obstante, y dado que El Chícamo es el río-rambla afluente más importante del Segura en su Vega Baja, pasando a ser conocido en su desembocadura por el “azarbe de Abanilla”, el cual fue ampliado por Belluga y empleado para desecar el terreno de almarjales donde creó sus Pías Fundaciones, discurriendo por el término de Abanilla más de la mitad de su curso, un tercio de “mi libro”, de un total de 310 páginas a tamaño folio y el 80% de las ilustraciones y fotografías insertas son del Chícamo y Abanilla.

El 24 de septiembre de 2014, aprovechando que la Universidad Politécnica de Valencia organizó un congreso INTERNACIONAL sobre irrigación, asistí como ponente e hice la presentación de esta publicación a nivel internacional. Se dio la circunstancia de que a pesar de ser dicho congreso “internacional” no hubiera traducción simultánea, porque cada ponente se expresó en su idioma y algunos nos quedamos a medias tintas. A posteriori hemos podido enterarnos que la falta de los traductores simultáneos obedecía a la reducción de los presupuestos y, por consiguiente, del personal especializado. Es que en la tierra del “caloret”, como se está desempolvando, ha habido un excesivo despilfarro en mega obras faraónicas que no sirven pa na, más que para que paguen el pato los de siempre, incluida la cultura, con el consiguiente endeudamiento de los paganini y el enriquecimiento de los listos de to la vida, a base del chupocterísmo del 3% o más.

Por fin, el 26 de febrero de 2015, en Cox, pueblo natal de dos de los autores, tuvo lugar la presentación del libro, a la que asistieron más de un centenar de personas, incluso una docena de abanilleros, con luz, taquígrafos y reporteros gráficos de prensa y TV, con un refrigerio sin gambusinos, sino con viandas tradicionales del lugar, a cargo de su Ayuntamiento. Los asistentes fueron obsequiados con un ejemplar del libro. El resto de la publicación, la tirada ha sido de mil ejemplares, se distribuyeron entre las entidades patrocinadoras, por lo que Abanilla se ha quedado exenta, aunque no del todo, porque me proporcionaron 60 ejemplares para repartirlos entre mis familiares, colaboradores y amigos, a cambio de una altruista donación de 10 € el ejemplar, que aproximadamente es el precio de costo, para la fundación editora, a la cual ya le hice el ingreso en su momento, debidamente justificado.  No obstante, a finales de mayo del año pasado me facilitaron unos ejemplares con destino a bibliotecas y universidades de la Región de Murcia, los cuales he hecho llegar a las bibliotecas municipales de Abanilla y Fortuna; a la Universidad de Murcia, UPCT y la UCAM; escuelas técnicas de Capacitación Agraria de Torre Pacheco, Molina del Segura y Jumilla; así como a la Biblioteca Regional. Se está a la espera de que la Fundación editora ponga esta y todas sus publicaciones en su página Web, para poder ser consultadas por Internet de forma gratuita. Dado el carácter técnico-histórico y antropológico de este libro, no es como para tenerlo bajo la cabecera y leerlo como una novela, pero sí como libro de consulta, porque recoge parte de la historia conocida e investigada hasta la mitad del siglo XIX, sobre el origen de nuestros riegos medievales y su evolución histórica en el poblamiento, poder social y comunidades campesinas en nuestros terruños y su entorno, por lo que les puede servir de base a futuros estudiantes e investigadores en estas disciplinas. La naturaleza no entiende más que de las fronteras naturales que imponen los accidentes  geográficos, que no coinciden con las que arbitrariamente trazamos los humanos. A nivel popular, sin profundizar en terminologías científicas, este libro le puede servir a las gentes sencillas para conocer documentadamente, que no de oído, el pretérito de las aguas pasadas que ya no mueven molinos y para prevenirse de las aguas venideras. Porque el saber no ocupa lugar y porque los pueblos que se olvidan de su pasado y de su idiosincrasia social, están obligados a tener que repetir su historia y volver a tropezar en las mismas piedras que los sátrapas nos ponen en el camino en cada época de la historia.

En la página 9 se dan los agradecimientos a determinadas personas, entidades e instituciones que han colaborado, y no económicamente, sino aportando datos y testimonios a pie de campo. Una de ellas ha sido la Comunidad de Regantes de la Huerta de Abajo y Sahués, por facilitarnos el acceso a sus archivos, aunque por no existir en ellos ninguna documentación anterior al siglo XX, sólo se ha podido aprovechar y reflejar muy poco, por quedar fuera del contexto histórico estudiado, mediados del siglo XIX. De todas formas, con los apuntes tomados y lo que todavía queda por resumir hasta el presente, hay algo así como para escribir otro libro, aunque sea en versión informática, en el que se dieran a conocer determinadas cuestiones que andan contadas de vis a vis, un tanto desvirtuadas, porque cada cual las refiere a su manera, según les han narrado sus antepasados, que en la mayoría de las ocasiones tratan de dejar bien o justificar el buen hacer de sus ancestros, cuando la realidad fáctica es todo lo contrario; superando en la mayoría de los casos la realidad a la ficción novelesca. Pero, a mi entender, esto habrá que posponerlo al menos hasta que se sobrepase la mitad del siglo XXI, porque somos de un carácter demasiado mostrenco y podría levantar ampollas en aquellos que pretenden matar al mensajero cuando la noticia o el documento puede ofender a algunos ya difuntos, por la creencia de que después de muerto «to el mundo es bueno y va pa santo», aunque en su vida se haya chupado la sangre y el agua del vecino; y si han podido, también el vino el aceite y el trigo. Me han llegado a insinuar, que no a asegurar, que en los archivos de esta comunidad de regantes, presuntamente había legajos anteriores al siglo XX y que si faltan pudiera ser porque algún presidente de los que tuvieron que salir por la puerta de atrás se los llevara y los tendría en su casa, pasando después al olvido o, quizá, a su muerte, al carro de la basura o quemados en la cocina de leña. A mí no me extraña nada esto, pues después de mis experiencias investigadoras de fin de semana, en cierta ocasión un entendido en archivos y bibliotecas me dijo: Cosas veredes si te dedicas a estos menesteres.

Me congratula y me satisface a nivel personal que El Chícamo esté alcanzando a niveles de estudios científicos el lugar que le corresponde, incluso que haya sido declarado reserva fluvial, porque considero que mi modesta labor de fin de semana, de manera oficiosa y altruista, algo habrá tenido que ver en todo este proceso, aunque sólo haya sido como el grano de mostaza que refiere Jesucristo en una de sus parábolas, por aquello de que El Chícamo es el río de La Palestina Murciana.

E. Marco, cronista oficioso de Favanella

https://cuev.in/aux.php?ver=1.0&ref=at

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FRANCISCO SÁNCHEZ BAUTISTA Y SU POEMA AL RÍO CHÍCAMO. 


Francisco Sánchez Bautista es natural de Llano de Brujas, pedanía murciana de la Vega Media del Segura. Un tercio de su vida laboral la ha ejercido de cartero, en Fortuna, donde ha desarrollado su obra poética al estilo de Miguel Hernández, el poeta pastor de Orihuela, la Vega Baja. Sus poesías son un canto a la naturaleza y a la sociedad que le ha tocado vivir. F. Sánchez Bautista ha sido nombrado Hijo Adoptivo de Fortuna. Su memoria y su obra está plétora de las vivencias de esta nuestra sedienta tierra de promisión. En su extensión recoge versos a nuestro río Chícamo, publicados en LA VOZ DE FORTUNA nº 30, de diciembre de 2013, que lleva por título: “Viaje a las tierras de sol y de angustia de Fortuna y Abanilla”, los cuales voy a copiar, para que los abanilleros de buena voluntad puedan deleitarse con su lectura, y si lo consideran oportuno que se pongan en paneles, en el centro de interpretación del molino del Chícamo, como agradecimiento; y si alguna vez procede, se le nombre “Molinero Honorífico”, porque los poetas son, hiperbólicamente hablando, molineros de los sentimientos humanos del entorno y del paisaje.

Introducción.-

Una nube polvorienta
se levanta. He penetrado
en la tierra cenicienta
el campo seco y quebrado.

Montes de greda, chumberas
orillando los ramblizos,
albardines, baladreros
y pastizales sequizos.

Cantaelgallo, tierra lunar y de una claridad alucinante, donde es proverbial que a sus alrededores acudan los cuervos, en busca de alguna raquítica higuera donde llenar el buche:

Cantacuervos,
Cantaelgallo,
el sol llega
mañaneando
entre olivos
y barrancos.

Caminante
de estos páramos
donde el agua
niega el claro
son alegre
de su salmo.

A la altura del puente sobre el mermado río Chícamo, aprendiz de barranco, detiene sus pasos y vuelve a contemplar tan impresionante pueblo –Abanilla-. Sobre este río, agónico y difuso, ya en el 2004, escribí el siguiente romance:

I.
Río Chícamo, pequeño
río que cruza Abanilla
entre jarales, retamas
y un lecho de duras guijas
entre erosionadas gredas
por donde el agua camina
gorgoteante, deliciosa,
lenta, transparente y limpia,
escoltada de olivares
y rodales de hortalizas
y empenachadas palmeras
haciéndole de vigías.

II.
El agua baja filtrada
desde El Cantón y Barinas,
y el Chícamo la recoge
con necesaria avaricia
acumulando arroyuelos
y aprovechando avenidas
entre apretados oasis
de árboles que fructifican:
albarillos, tapalahojas,
peras, dátiles, fresquillas;
lo vegetal hecho azúcar
al sol puro de Abanilla.

III.
Cómo alegras nuestros ojos
río de presencia mínima,
alivio de secarrales
cuando la sed los hostiga.
Por ti se hacen más hermosas
estas vegas escondidas
entre gredosos barrancos
que hablan de geologías
hechas ramblas, pedregales
y leves escorrentías,
que a través del tiempo han hecho
perenne germen de vida.

IV.
Río Chícamo, pequeño
de nombre y de gracia esquiva,
aquel que a tu lado pasa
y en tus márgenes medita,
asombrado se pregunta:
¿Dónde tú entraña nutricia,
río casi arroyo, charco
de agua emergente, o sumida
entre oscuros minerales
que con tu paso haces rica
y jubilosa la tierra
con sus dulces aguas mínimas?

V.
Hijo de los manantiales
y de las fuentes exiguas;
oriundo de envenamientos
y aprendiz de fontanillas.
Por tu gracia tiene el ave
breñal donde nidifica
y un refugio de humedales
donde la esquiva limícola
y el picoverde, y el mirlo,
y el laudino y la zurita,
vienen a beber sus aguas
cuando abrasa la canícula.

VI.
 ¡Río Chícamo, tú llevas
en tu pequeñez la vida!


Rambla de la Parra. Foto G. Carrión (La Verdad)

Palmeras, tarayes, baladres, carrizales, producto de una débil humedad se alzan alrededor de este histórico pueblo, al que por ese raro encanto, es conocido como “la Palestina de Murcia”. Mientras miro y remiro, casi embelesado, un ruidoso bando de voraces tordos desciende sobre los palmerales. Fue la visión de estos campos, personal y apasionada, la que me inspiró muchos de mis poemas encerrados en títulos como: “Tierra de sol y angustia; Voz y latido; Cartas y testimonios; y la sed y el éxodo”. De este último libro es el soneto aquel que clama:

Sobre este secarral se alzó la vida
rabiosamente gris, desesperada.
Imagen torturante de la nada,
dolorida visión, campo suicida.

Agresiva es la luz tan cernida
e inhóspita la tierra erosionada.
¿Dónde el hombre y su atávica mirada
escrutando esta muerte indefinida?

La triste realidad lo ha desbordado
y se duele el tiempo padecido
y se siente indefenso y marginado.

Aquí surgió un clamor desasistido,
y se sintió pequeño y agobiado
quien levantó su casa en este ejido.

Los hombres de estos pueblos, por su tesón y ánimo de supervivencia, han mejorado mucho. No así las tierras, cuya sed es proverbial…Estas son las reflexiones que viene haciendo este cronista en su viaje a las tierras del secano de Murcia…y el recuerdo imborrable de estas tierras calcinadas.

Francisco Sánchez Bautista, del libro “Asclepios o la añorada infancia de Miguel espinosa. Otras prosas y artículos de opinión”. Real Academia Alfonso X El Sabio. Murcia 2007.

Palabras suyas.- “Fortuna es la cuna de mi poesía. Creo que mis obras han sido como una crónica testimonial de un tiempo. No soy un poeta moderno ni antiguo, porque se puede hacer poesía sacando a la luz lo que sucede en la actualidad, pero teniendo como reflejo lo que pasó hace dos mil años… fue en Fortuna donde yo me hice poeta”. 

E. Marco, cronista oficioso de Favanella.

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