Según las cuentas de algunos, sólo faltan cuatro años para celebrar el 450 aniversario de nuestras fiestas patronales en honor de la Santa Cruz. Recuerdo lo que ya ha dicho A. Pérez Reverte: “Cada día se puede celebrar el centenario de cualquier gilipollez”. Haciendo memoria diré que fue en septiembre de 2002, cuando tuve la suerte –aunque ahora creo que casi es una desgracia– de encontrar en la Real Academia de la Historia, en Madrid, una referencia escrita en una publicación impresa en el siglo XVIII – por lo que no se trata de ningún legajo– de la existencia en Abanilla de la cofradía de la Santa-Vera Cruz, al menos desde el 1 de noviembre de 1564. Estos datos se publicaron en el libro “Abanilla, historia de su Parroquia”, en 2003, del cual soy coautor. Algunos están empleando esta simple referencia según les conviene, dentro de los parámetros a que les llega su simpleza. Maquinan en su calenturienta indocumentación que si en esa fecha existía la cofradía, ésta ya celebraba la fiesta de la Cruz de Mayo. Lo anterior no deja de ser una especulación gratuita, dado que la Cruz de Mayo se popularizó a partir del siglo XVIII, como consecuencia de la “Reconquista Sagrada”, que según la Historia de la Región de Murcia, se inició en nuestra diócesis en el siglo XVII, tras la expulsión de los moriscos y la repoblación cristiana a que hubo lugar, con milagrería y apariciones, incluidos los catorce “lignum crucis” remitidos desde Roma, para tratar de convertir a los que no se marcharon o consiguieron volver en patera, que ya Cervantes describió su travesía en tan popular embarcación. Lo verdaderamente documentado en el informe sobre las hermandades y cofradías de esta villa, emitido en septiembre de 1770, por las autoridades municipales, es que la cofradía se denominaba de la Invención de la Santa Cruz de Mayo y se celebraba procesión con soldadesca a bañar la Cruz en el agua de la huerta. El descubrimiento de este legajo ha sido obra de Ángel Luis González Rivera. Se está considerando –sin los beneplácitos de ningún erudito en la materia– que si la cofradía se llamaba en el siglo XVI, de la Vera Cruz, ya nos podemos equiparar a Caravaca y para no ser menos, llamarla “de la Santísima y Vera Cruz”, lo cual, además de una pedantería redundante, no deja de ser un brindis al Sol. Pero todo este tipo de gilipolleces –con permiso del diccionario– cuando se orquestan desde la oficialidad, las gentes sencillas no las ponen en duda, sino todo lo contrario, y terminamos siendo víctimas de amañados engaños, que para ejemplo ya tenemos el del apócrifo escudo fernandino y la bandera pendonera. Y no es que yo -simple cronista oficioso de Favanella– sea un derrotista, es que no debo permitir que estas tropelías queden impunes y aprovechándose de mis indagaciones, encima me ninguneen, sacándolas de contexto; faltaría más, o me miren como a Enriqueta, “como un chuzo”, cuando los “chuzos” son quienes son.
Por si todavía queda alguien que quiera entender, quiero dejar claro que la referencia de 1564, sólo es exclusiva de la existencia de la cofradía, que no de la celebración de la fiesta del 3 de mayo, en tanto en cuanto no se encuentren reseñas más concretas al respecto, que no quiere decir que no las haya, pues actualmente la Historia se mide por legajos y documentos, que no por suposiciones, creiques y penseques, ni deducciones asimiladas. Y digo esto porque el pregonero de este año, Sr. Cámara, ha tomado en su discurso como referencia de nuestras fiestas el año 1564, pero no lo considero a él responsable de dicho entuerto, sino a aquellos que le han infundido al error. Todo esto pasa por lo que ya refirió el periodista G. García Martínez: Porque los políticos dicen en sus pregones los apuntes que le preparan “los negros” y, esos negros, en nuestro caso, le han largado un panegírico interesado y aderezado al gusto de los gerifaltes, a ver si repitiendo una medio mentira, políticamente, hacemos creer que es una verdad, aunque sea a medias, que es de lo que se trata. Si meditamos estas cosas con cordura y sensatez, nos daremos cuenta que en la mayoría de las veces los problemas no son de las religiones, sino de sus jerarquías, máxime cuando la política se inmiscuye en ellas. Hago la salvedad de que las cofradías de la Vera-Cruz se establecieron en todos los territorios bajo la jurisdicción de las órdenes Militares. Algunas tenían “lignum Crucis” y su principal cometido era la celebración del Viernes Santo. A partir del siglo XVIII, asumieron la celebración popular de la Cruz de Mayo, puesto que la del 14 de septiembre se celebraba solamente con la función de iglesia, tal como se viene haciendo en Caravaca. Concluyo citando lo dicho por el historiador Robert Proctor, de la Universidad de Stanford: “Ciertos intereses económicos fomentan la incultura”.
E. Marco