La batalla de la Matanza
En 1266, tras la pacificación de la sublevación de los mudéjares, Jaime I y su yerno Alfonso X procedieron al reparto de los territorios de la Vega Media y Baja del Segura y en dicho reparto ya refieren el topónimo de La Matanza. Pero… ¿de qué matanza y a quiénes mataron? Hay que descartar hechos belicosos de batallas y batallitas posteriores al siglo XIII, como la guerra de los dos Pedros (s. XIV) en cuya relación documentada por ambos bandos no se contempla. Sin embargo, en los archivos oriolanos hay una relación escrita por una persona del siglo XVIII cuyo nombre no recuerdo, en la que “corvilleando” con este tema, dedujo que La Matanza se refiere a un posible enfrentamiento en dicho lugar, entre los cartagineses de Aníbal Barca con los iberos autóctonos de todo el entorno actualmente llamado la Vega Baja y el antiguo Reino de Murcia, cuyo objetivo era vencerlos, capturarlos y adiestrarlos para formar el ejército que tenía que atravesar los Alpes y llegar a Italia para vengarse de los romanos. Es probable que así sucediera, pero no está contrastada esta especulación histórica con ninguna relación cartaginesa, aunque existan algunas otras vicisitudes que ha habido que suponer sin mala intencionalidad al respecto. Se vengaron de los romanos, pero no los vencieron ni conquistaron Roma, aunque estuvieron muy cerca; ídem a lo que le pasó a Napoleón y al nazismo (con la División azul) en Rusia [1].
La guerra de la Independencia
De 1808 a 1822, España fue ocupada por las tropas de Napoleón, que secuestraron “voluntariamente” a nuestro rey y pusieron a José Bonaparte (Pepe Botella, y era abstemio). El pueblo español se sublevó a nivel popular y consiguió, con la ayuda de los ingleses, mandarlos de vuelta tras los Pirineos, y que volviera a reinar Fernando VII. En el desarrollo de los acontecimientos bélicos, hubo grandes batallas apoyadas por guerrillas que no hace falta relatar, para las cuales se reclutó desde los mozos más jóvenes, hasta los de 50 años en distintos lugares de las regiones que se pudo. Del Levante español, nuestra zona, el batallón provincial de Murcia, dejó despoblada la región y casi sin militares, con los mínimos, para proteger la fortaleza y puertos como el de Cartagena; ídem el de Alicante. Tras partir el batallón provincial de Murcia nº 10 a Zaragoza, del que todavía se conserva el estandarte, para reforzar su resistencia, sucedió lo de Agustina “de Aragón” disparando el cañón [2], y también estaban en ruta algunos reclutados para reforzar la resistencia de Zaragoza, que acamparon cerca, a una distancia prudencial de la batalla, esperando la orden de integrarse cuando fueran requeridos. Algunos, muy pocos, no entraron en batalla, quizá por la inesperada intervención de Agustina y la retirada de los franceses, que interpretaron hasta dónde los españoles se disponían a sufrir e incluso a morir de hambre por el estado de sitio en el que se encontraban. Una de estas compañías reclutadas, que no fue necesaria su intervención en la batalla de Zaragoza, procedía de la Vega Baja, cuya efeméride a su favor está conmemorada en la placeta de la iglesia de la virgen del Remedio en la Matanza, término de Orihuela, grabado en un monolito de piedra rodeado de cipreses, expresando su agradecimiento milagroso a la Virgen que les “remedió” de la muerte en campaña.
El “Lignum Crucis” de José Tristán Rocamora
En el testamento de José Tristán Rocamora y de su mujer Catalina Zárate, entre sus pertenencias relaciona que tenía un “Lignum Crucis” de su propiedad [3] (suponemos que con certificado de autenticidad), un rosario de Jerusalén (hecho con huesos de las olivas del Monte de los Olivos), etc…; incluso la ermita de Mafraque, anexa a su vivienda, dedicada a san José y con certificado fechado en el s. XVIII para decir misa en ella, que se conserva en el archivo parroquial. Presuntamente, el “Lignum Crucis” y el rosario de Jerusalén lo debieron heredar sus dos hijas y pasar después a alguno de los hijos de estas, que fuera movilizado y participara en el sitio de Zaragoza, por lo que antes de irse debieran hacerle besar el “Lignum Crucis” y rezar con el rosario de Jerusalén, incluso en la iglesia de la parroquia de la Matanza. Del hijo no sabemos su nombre, pero el apellido Tristán es de segundo y porque desconocemos el de su padre para poderlo buscar en alguna relación que exista de los reclutados, porque incluso los combatientes que quedaron vivos les asignaron distintos galones: cabos, sargentos, etc; incluso galones a título honorífico; ídem a los de la guerra de Cuba y Filipinas. Ejemplo: El tío Roña, teniente honorífico de la guerra de Cuba, con uniforme, honores militares y paga (para más información ver Las Cosicas de Abanilla dedicada a la guerra de África, Cuba y Filipinas).
Los capitanes de la Santa Cruz
Es posible que algún nieto de José Tristán y Catalina Zárate, de una hija que heredó tierras, casa en Granja de Rocamora (Alicante), tuviera el “Lignum Crucis” y a su supuesto hijo que estuvo en el sitio de Zaragoza, volviera vivo y con grado militar en activo u honorífico, por cuyo motivo participara en las fiestas de la Stma. Cruz de Abanilla y/o de Granja de Rocamora, con el cargo honorífico de capitán cristiano de la Stma. Cruz, llevando colgado de su pecho el “Lignum Crucis” de su abuelo, que los de propiedad privada solían ir engarzados en una especie de medalla cerrada; ídem a los antiguos relojes de bolsillo. Se da la circunstancia que, a unos descendientes abanilleros de José Tristán Rocamora, de apellido Tenza, se les apoda “los morunos”, que hasta 1936 (o antes) ejercían de capitanes del bando moro, del que deriva el referido apodo con el que se les conoce.
Posiblemente, el que llevaba su “Lignum Crucis” particular colgado, hiciera de capitán cristiano por algún tiempo, y tras su muerte o imposibilidad física de representarlo, se pasara a subastar el cargo, incluso pudiera ser que se lo dejaran a quien se lo adjudicara en la subasta, para representar este cargo, hasta que por alguna circunstancia desconocida dejaran de hacerlo. Pero el cargo festero de capitán moro se lo quedaron los “morunos”, por ser descendientes de José Tristán Rocamora, para satisfacción personal y festera.
El “Lignum Crucis” de la Stma. Cruz hasta su confiscación en 1936
Es bastante improbable que este Santo Madero fuera el particular de José Tristán Rocamora, puesto que en el siglo XVII tras la expulsión de los moriscos se inició lo que en la historia de nuestra región y otras más, se le denomina “La Reconquista Sagrada” [4], llegando a la diócesis Cartaginensis varios “Lignum Crucis” con certificado de autenticidad, que se distribuyeron entre la Catedral, iglesias y conventos, entre ellos a Abanilla, Caravaca, Ulea, Alcantarilla (que pasó a Alpera), etc, además de otras reliquias sagradas (espinas de la corona de Jesucristo, piedras del Calvario, etc..). Y de santos varios a los que se les “inventó” supuestos milagros para atraer más la fe de las gentes del lugar, e incrementar su fama religiosa.
El informe de Hermandades y Cofradías de 1770
Está trasliterado totalmente en las páginas 279 a 282 del libro de “Abanilla historia de su parroquia” [5]. En el informe final de la Intendencia de Murcia, dice que “extinguidas las cuatro cofradías y congregaciones de Abanilla, quedan reducidas a tres festividades. Sus rentas fijas son 303 reales. Las limosnas y gastos que hacen, hoy importan 170.000 reales y sus juntas una.
Sabemos que este proceder era lo normal, mantener las festividades que puedan subsistir con renta fija, sin tener que contribuir para subsistir con limosnas de los vecinos. En el párrafo penúltimo especifica mantener las festividades del Santísimo Sacramento y de los difuntos. Se extinguen (en papeles a nivel ministerial) las cuatro cofradías y congregaciones de Abanilla (Santísimo Sacramento, las Ánimas, la Invención de la Santa Cruz de mayo, y la Congregación de Nuestra Sra. del Patrocinio [6]). Y las festividades quedarán reducidas a tres. Pero… ¿qué tres festividades eran? Por supuesto la del Santísimo Sacramento (Corpus Christi), las Ánimas (el lunes primero de noviembre), y después ¿cuál es la otra festividad? ¿La de la Asunción, la de la Virgen del Rosario o la de Nuestra Sra. del Patrocinio? Se entiende que el gobierno, a través del Conde de Aranda, lo que pretendía era eliminar los gastos o demostraciones profanas, cual detalla en el párrafo antepenúltimo de la Intendencia de Murcia, pero la realidad histórica general de aquella época, demuestra lo contrario, puesto que los vecinos se las apañaron para seguir con sus usos y costumbres cívico religiosas, con cargo a su pecunio pero sin hacerlas constar oficialmente.
¿Qué se entiende por aparición o Aparición?
La aparición es el hecho de haber encontrado algo que andaba despistado, perdido o escondido por alguien ajeno a los que se lo encontraron. La Aparición se suele entender como el hecho de la visión de un ser sobrenatural o fantástico por una o varias personas; se remonta a la antigüedad mítica y religiosa [7]. En el cristianismo se inicia con la Aparición de Jesucristo a sus apóstoles. A partir de aquí, la Aparición de la Virgen María, san Roque, otros santos y reliquias, etc…, es habitual celebrarlo e institucionarlo escrito con mayúscula. Durante la invasión árabe (713) se iban escondiendo en cuevas o lugares muy recónditos, las imágenes prerrománicas que había, para evitar que las destruyeran. Durante la Reconquista (que empezó dos siglos después y duró casi ocho), su encuentro se fue dando de forma esporádica, y en dichos lugares se construyeron ermitas y oratorios para venerarlas. Ejemplos sobran [8].
¿Cuándo se adoran los “Lignum Crucis” y cuándo se veneran?
Ver este asunto en el libro de la exposición «Huellas», ya citado, páginas 530 y 531, donde especifican el origen de las festividades de la Invención de la Santa Cruz el 3 de mayo y la Exaltación el 14 de septiembre, y del Viernes Santo.
¿Por qué en el Estatuto de la Hermandad de la Stma. Cruz pone que la Adoración a la Stma. Cruz (a su “Lignum Crucis”) es relativa?
Es fácil de comprender lo de Adoración relativa porque es en función del acto en que se celebre en la iglesia y fácilmente comprensible de que sea el Viernes Santo. Fuera de este día el culto es de veneración, tal como se especifica en el certificado de autenticidad actual expedido en el Vaticano el 31 de julio de 1939, traducido al castellano por un traductor jurado de latín, y publicado en el programa de fiestas de 2010. A esta función religiosa de Semana Santa, suele asistir un reducido número de feligreses, que no agotan el aforo ni en tiempos de pandemia, porque está totalmente exento de parafernalias y manifestaciones profanas que no hace falta enumerar; y las limosnas que se dan el Viernes Santo van destinadas exclusivamente al mantenimiento de los Santos Lugares de Jerusalén.
[1] Descarto que el topónimo de La Matanza proceda de la abundante caza que había en aquel paraje en sus primitivos tiempos. Más información en la publicación «En busca de una leyenda: Campo de La Matanza (Alicante y Murcia) de Francisco J. Flores Arroyuelo.
[2] Apodo que sí procede del reino de su lugar de nacimiento, Reus-Tarragona; el gentilicio local es «reusenses», el provincial «tarraconenses» y el regional aragoneses.
[3] Al sacerdote abanillero José Miguel Navarro Magaña, le regaló un religioso que lo tenía, un “Lignum Crucis” de su propiedad (con certificado de autenticidad, por lo que también se puede considerar Santísima) y él lo ha instalado en una copia de nuestra Stma. Cruz. Lo suele traer a Abanilla cuando puede venir en mayo y celebra una misa en la iglesia parroquial a las once de la mañana el tres de mayo, a la que suelen asistir las personas que no pueden participar en la romería y la despiden en la Ermita. Expone su particular Santa Cruz y la da a besar. No me lo han contado, pues he asistido al menos dos veces.
[4] Bibliografía consultada: Libro de la exposición “Huellas” en la Catedral de Murcia, del año 2002. Capítulo 3, “Fulgor crucis”, páginas 495 a 533. Reliquias de la Pasión en pág. 524. Libro “La Región de Murcia y su historia”, editado por el diario La Opinión en fascículos.
[5] ISBN 84-607-7349-3. Editado en agosto de 2003. De varios autores. El párroco D. Manuel Gil Martínez; Pedro L. Gaona Rocamora, profesor de EGB y licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Murcia; Eugenio Marco Tristán (E. Marco), ingeniero técnico industrial; Antonio Martínez Ramírez (Al-Rhamiz), profesor de EGB; Salvador Riquelme Sánchez, profesor de ESO área de plástica y visual (dibujo); Juan Manuel San Nicolás Sánchez, licenciado en Geografía e Historia medieval por la Univ. de Murcia.
[6] La festividad del Patrocinio de Nuestra Señora, se instituyó en España a requerimiento de Felipe IV y fue suprimida a principios del siglo XX, aunque en Abanilla se siguió celebrando hasta la década de 1930.
[7] De Venus Anadiomena, del pintor Apeles.
[8] Uno de los ejemplos más dudosos y pomposos es el del encuentro de la supuesta tumba de Santiago de Compostela.
Eugenio Marco. Cronista oficioso de Favanella
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