¿Qué grado de credibilidad histórica le podemos dar a nuestra tradicional leyenda de la aparición o encuentro de la Santa Cruz en Mahoya?

ENSAYO HISTORIOLÓGICO SOBRE LA LEYENDA DE NUESTRA TRADICIÓN FESTERA.

Igual que en otros pueblos y lugares nuestra tradición festera se sustenta en una leyenda, que ha llegado hasta nuestros días por transmisión oral, reflejada por escrito en algunas publicaciones impresas no muy lejanas en el tiempo, sin que hasta ahora hayamos encontrado el inequívoco respaldo histórico documental en legajos existentes en archivos o bibliotecas. Es más, no hay una única versión sobre dicha leyenda, sino varias, basadas algunas de ellas en apariciones espectrales, las cuales resultan un tanto peregrinas y difíciles de entender con racionalidad, siendo necesario añadirles grandes dosis de fe para aceptarlas, sin poder darles la suficiente justificación que los tiempos actuales requieren.

Sin embargo, una de las leyendas, a mi entender, es la que más elementos racionales tiene para poder considerarla medianamente coherente, desde el punto de vista historiológico, aunque por la deformación en la transmisión oral de la época y fecha en la que pudo suceder, nos plantea ciertas dudas sobre su datación, que podemos considerar como los flecos sueltos que han ido quedando a través del tiempo, en el agujero negro de nuestra historia local, por las vicisitudes acaecidas hasta la fecha, dada la irremediable pérdida o extravío de papeles en los archivos propios.

Repasando las hemerotecas disponibles, escritos en los programas de fiestas y legajos varios, tenemos constancia de la existencia de la cofradía de la Santa Cruz en 1564, sin especificar sus funciones y cometidos. Pero a partir del s. XVIII sí que se detalla que estaba a su cargo la romería del 3 de mayo, al lugar de Mahoya, a bañar la Santa Cruz (una cruz que piadosamente se dice aparecida) en el agua de la acequia que riega la huerta; y que se realiza con SOLDADESCA (capitanes, pajes y arcabuceros). La soldadesca son la reminiscencia de las históricas milicias concejiles del s. XVI, en su función de rendición de honores a reliquias e imágenes de los santos patronos.

En el año 1922 se reseña que la fiesta se realizó con gran pompa y boato, con motivo de la celebración del “centenario de la aparición de la Santísima Cruz”, pero sin hacer referencia alguna a qué ordinal de centenario se refiere, ni a qué tipo de aparición, si espectral o encuentro, pudiéndose descartar el que fuera el primer centenario, dado que ya nos consta que se celebraba esta festividad en Abanilla a partir del s. XVIII, apostillando el diccionario de Madoz (mediado el s. XIX), que era la fiesta que con más solemnidad se celebraba en esta villa, a la que acudían las gentes de los pueblos circunvecinos.

En el programa de fiestas de 1951, se dice que: “según la tradición, a finales del s. XV o principio del s. XVI, dos soldados que regresaban de una campaña guerrera, dejaron olvidada una cruz que era como el remate del asta de una bandera, contenida en el interior de una caja y entre trozos de cáscaras de huevo. Con ocasión de reunirse en este sitio los regadores, para tomar la tanda de sus aguas para el riego de la huerta de Mahoya, descubrieron la caja entre los restos de la frugal comida de aquellos soldados. Se extendió la noticia entre los huertanos, se reunieron y fue presentada al cura de la parroquia…”

Imágenes de los cuadros realizados por Luis Molina Sánchez, que se encuentran en la ermita de Mahoya

Por este detalle de que la cruz se la presentaron al cura de la parroquia, podemos especular que dicho evento pudiera haber sucedido a partir del año 1522 (por lo del centenario), puesto que la primera iglesia parroquial de la que se tiene noticia la instituyeron los calatravos, que adquirieron el señorío de Abanilla en 1434, como consecuencia de una permuta de posesiones, que no por conquista.

En 1504 ya hay constancia de la primera iglesia parroquial, a la advocación de san Benito, patrono de la orden de Calatrava, regida por un cura de esta institución, llamado frey Antón. Con anterioridad al dominio calatravo, está documentado que en el año 1411 san Vicente Ferrer vino al antiguo reino de Murcia, entrando por Abanilla y Fortuna, donde predicó, convirtió y bautizó a muchos de sus pobladores moros; aunque dicha conversión, a la postre, resulto ser más ficticia que real. En estas fechas, en cuanto a la administración religiosa se refiere, Abanilla pertenecía al arciprestazgo de Orihuela y, posiblemente, el único lugar de culto cristiano fuese una capilla en el castillo, para los pocos cristianos que lo habitaban (comendador, alcaide, administrador, guardias, soldados, etc.), pues su población era mahometana y tenían permitido el culto en su mezquita, su cementerio y su aljama, hasta 1501, en que se dejó de permitir el culto islámico, se anuló la aljama y se creó el concejo.

El programa de fiestas de 1953, da reseña de la tradicional leyenda de la cruz olvidada por los soldados, situando la efeméride a finales del s. XV.

En el programa de fiestas de 1983, en una trilogía festera de J. Moreno Gil, se cita la efeméride de la cruz y los soldados a finales del s. XIV o principios del s. XV, basándose en lo que el historiador A. Merino Álvarez, en su compendio sobre la historia del antiguo reino de Murcia cita: “En 1420, los adalides de Baza y Guadix, de acuerdo con los mudéjares del valle de Ricote y de Abanilla, llegaron hasta esta última y estragaron la huerta, evitando acercarse a Lorca; desbastaron el campo de Caravaca y Calasparra, con propósito de retroceder a Los Vélez, pero Piñero les cortó el paso por la parte de Moratalla, desbaratándolos completamente en el puerto del Conejo, abierto entre aquellas serranías”. El autor le añade, de su cosecha, lo siguiente: Según la tradición, la aparición de la Santa Cruz fue a finales del s. XIV o principio del XV; y el único hecho que justifique una invasión del territorio de Abanilla es la razzia de 1420.

Seguramente los mudéjares de Abanilla, en unión de los invasores, aprovechando este hecho robaron la cruz, que tenía su santuario en plena huerta de Mahoya; y los vecinos del lugar, en la lucha que hubo con los árabes al pie del castillo de santa Ana, la recuperaron en Mahoya. Y sabido es, que por temor al robo de la misma se trasladó al antiguo templo de san Benito…en el Lugar Alto, al pie del castillo y, posteriormente, a la iglesia parroquial de san José. Considero que con este añadido, el autor intentó encajar en nuestra tradición festera lo que él conoció y vivió, “la batalla de santa Ana” y el acompañamiento de las imágenes de los Santos Abuelos, el 3 de mayo en la romería.

La batalla de santa Ana perduró hasta finales de la década de 1950 y el llevar a los Santos Abuelos en la romería, hasta el año 1956.

Tras esta exposición sobre las fechas referentes a la tradicional leyenda de la cruz y los soldados, considero procedente realizar un análisis sobre los posibles hechos históricos documentados del paso de tropas cristianas por Abanilla:

-La acampada del rey de Aragón, Pedro IV el Ceremonioso, durante la guerra de los dos Pedros, en la huerta de Favanella, el 9 de diciembre de 1364 (s. XIV), procedente de Sax, distante nueve leguas.

-La razzia de 1420 (s. XV). Aunque en este caso se plantea la duda de que las tropas de Piñero pasaran por Abanilla, puesto que por las informaciones que les iban llegando es lógico que se dirigieran desde Murcia a Caravaca, Calasparra y Moratalla.

-La rebelión de las Germanías: 1519-1523. En 1520-1522, los vecinos se alzaron contra el comendador, cercando el castillo, resistiendo sus ocupantes hasta la llegada de refuerzos armados desde Murcia, que levantaron el cerco.

-La rebelión de Las Alpujarras, en 1568-1571, con el posible paso de las tropas del marqués de Los Vélez, cuando desde Murcia se desplazaron a Valencia, para expulsar a los moriscos que quedaban en el reino de Aragón.

En mi escrito publicado en el programa de las fiestas de Mahoya 2016, en las páginas 52 y 53 se hace mención al camino del CHICANO, desde Abanilla a Aspe, del que se hacía uso al menos en los siglos XIV y sucesivos (y posiblemente desde mucho antes), para ir desde Murcia a Valencia, sin pasar por Orihuela, Albatera, Crevillente, Elche, Alicante; sobre todo cuando esta ruta, por las circunstancias que fuese, no era posible utilizarla, quedando constancia documental de su uso durante las guerras civiles hegemónicas habidas en Murcia, entre Los Manueles y Los Fajardos, siendo lógico que se desplazaran por el camino del CHICANO, dado que no lo podían hacer por mar, por el peligro que suponían los barcos argelinos, berberiscos y turcos en el mediterráneo, que auxiliaban a sus correligionarios y practicaban la piratería. Tampoco podían desplazarse por los caminos de la costa, puesto que a partir de Alicante la cadena montañosa es demasiado abrupta y se exponían a las emboscadas.

Conclusión personal: En tanto en cuanto no se consiga descifrar el ordinal del centenario que se celebró en 1922, veo por conveniente considerar nuestra tradición festera  el encuentro de la santa Cruz, en Mahoya, junto a la acequia, por los regadores, procedente del olvido de unos soldados que allí acamparon, sin referir ningún siglo en concreto, sino de forma más genérica: a finales de la Edad Media o principio de la Edad Moderna.

E. Marco, cronista oficioso de Favanella.

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