Podría haberme limitado a escribir algo así como «Andad e irse a la m…», que es lo que me venían diciendo la mayoría de los amigos, que es lo que tendría que haber hecho hace tiempo. Pero yo siempre intento argumentar las cosas, y eso es lo que voy a hacer. Tras haber publicado este artículo, varias personas me han dicho que lo han intentado leer con interés, algunas lo han conseguido y como saben de lo que iba, lo han entendido perfectamente cuando realizo insinuaciones sin decir las cosas del todo. Otras se han cansado y lo han dejado sin terminar. Y otras cuantas más, lo han leído entero pero no han entendido mucho. Lo cierto es que no es que no sepa resumir, que también pudiera ser que ese día no fui a clase, sino que lo hice especialmente farragoso por lo delicado del tema, para que lo entienda quienes lo tienen que entender, y que el resto lo pregunten si quieren.
Aclarar de antemano que escribí la mayoría de este texto, la primera mitad, hace dos meses, un 22 de noviembre, y dos meses después, tras la Asamblea de la Federación de moros y cristianos del 21 de enero, me encuentro editándola para publicarla y explicar mi salida, o en fin, no sabría muy bien cómo definir esto que ha ocurrido. Quizá «dimisión en diferido». No imaginaba yo que hacía un año, ni tampoco más atrás en el tiempo, iba a estar yo escribiendo esta nota o artículo o como se le quiera denominar a todo esto que sigue a continuación. Cuando empecé lo dejé enseguida, porque hasta yo mismo pensaba que estaba muy en caliente, para revisarlo en frío, para intentar suavizar lo escrito. Porque como muy bien me aconsejaron, tampoco está bien dar los disgustos todos juntos, sino espaciados en el tiempo, y además así vendría a ser como las noticias, que siempre van con algo de retraso, y aún así la gente sigue comprando el periódico (ya pocos). Así que escribí y borré. Añadí y quité. Moví frases aquí y allá. En este tiempo he pensado en mí mismo y en mi coherencia, y también en otras personas, en responsables, co-responsables, e irresponsables de las cosas. He pensado en a quién podría beneficiar y también perjudicar el contenido de este texto, o a qué intereses podría servir saber algo así. Quién podría sentirse ufano al compartirlo en su muro del Facebook (pocos) y quién avergonzado de que la gente leyera esto. Y por eso ha sido difícil, muy difícil, escribir todo esto, porque era cuestión de decidir si lo dejaba estar sin más y me iba sin informar a nadie de nada, o en el extremo contrario, si quizá podría llegar a destapar todo un pozo de basura -como se suele decir-, que igual me echaba yo mismo encima para el futuro, o igual no. Porque este tipo de cosas a veces han de guardarse para sacarlas veinte o treinta años después, cuando ya nadie lo recuerda bien, y está todo en la memoria ahí en flashes de una forma un tanto bucólica. Pero como suelo decir en ocasiones, la realidad es la que es, las cosas son como son, y no se pueden cambiar, aunque se pinten de color de rosa. Y citando a Ramón Rocamora cuando en la Asamblea del 19/6/16 dijo «como yo lo he pasado muy mal, creo que es preciso que alguien también lo pase igual de mal ahora» (nota: dicha cita no figura en el acta pues al revisar las notas, dicha intervención pasó enterita a formar parte de la memoria de los justos). Y para eso, lo que es preciso hacer, es afrontar esa realidad, con la verdad por delante (hasta donde se pueda leer) y buscarle soluciones.
Y así es, que en el día 22 de noviembre, que además de ser el día de Santa Cecilia, -patrona de la música-, también era el aniversario de la muerte, -o asesinato más bien-, del presidente JFK por parte de uno o unos asesinos en la sombra (algún día sabremos la verdad), circunstancialmente me encontraba yo también intentado saber cómo había llegado hasta allí y qué había provocado que me encontrara frente al ordenador escribiendo este texto y dando explicaciones, -para quien las quisiera tener, que lo mismo tampoco le importa esto a nadie-, sobre el hecho que tristemente me toca protagonizar y que, aunque mucha gente allegada ya lo conoce, no cabe duda que no me habría gustado tener que escribir jamás. Pero es lo que pasa cuando alguien es relativamente conocido por la gente, que lo mismo hay que dar explicaciones. Y deduje que por eso me encontraba yo allí, porque hay veces que es preciso saber tomar decisiones a tiempo, y no buscar excusas, si no se quiere que otros las tomen por ti antes, como igual viene a ser el caso que nos ocupa. En relación a este asunto, hace unos días le vi una cita a un amigo en su muro del Facebook, y me gustó para incluirla en este momento. Era del célebre neurólogo y psiquiatra austriaco Victor Frankl (para quien lo conozca, que yo no), y decía lo siguiente: «al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino”. Y en esas nos encontramos, tratando de explicar el por qué me he ido de la Junta Directiva de la Federación de Moros y Cristianos de Abanilla.
Mi abuelo me decía siempre una frase que era: «Nene, que no te echen nunca del baile». Yo entonces no sabía muy bien qué quería decir aquello, aunque tenía una ligera idea (ahora ya gracias a Eugenio que me lo ha aclarado posteriormente en el foro sí lo sé). Y por eso antes de que me echaran (aunque técnicamente no pudieran), opté por irme en noviembre, por no bloquear a la directiva, a sabiendas, y así se lo hice saber al presidente, que iba a durar dos meses sin mí, tres siendo buenos. Mes y medio después ya tuve noticias de problemas, porque iban a haber movimientos, y se me buscaba para volver, y para arreglar varios desastres que se estaban produciendo en mi ausencia. Tras bastantes reuniones sin mí para arreglar las cosas, para ver si volvía o no, o se iban otras personas, entiendo que se dan unas circunstancias y no termino de saber si se me engaña, se me utiliza o se me traiciona, y al final ya no sé si me he ido, o me echan, o qué ha pasado realmente. Y por eso, no sé por qué tengo esa sensación de que alguien se ha reído de mí en toda mi cara y me han echado del baile.
Explicar de forma sucinta el por qué de mi salida, cuando quien más y quien menos de las personas que han colaborado con las fiestas me ha dicho por la calle que yo era ahí quien más trabajaba, no es nada fácil. Y no lo es para mí, porque como digo podría dejar pasar un es-túpido velo, quedar yo mal -por supuesto-, y salvaguardar la imagen de todos los demás, o bien sí podría salir a dar explicaciones. Quizá en una Asamblea, si se me hubiera dejado, que no es caso, o quizá aquí, así, en público, que es el único lugar que se me deja, y por cierto donde lo puede leer más gente, pues todos sabemos que de lo que se habla en las Asambleas (con todos los respetos a los representantes y a sus grupos, a los mismos llega y muy resumido el 30%, y a veces ni eso). Así que si el hecho de que presuntamente yo era quien más trabajaba y con quien más factible era hablar, tal y como repito, me han dicho varios dueños de establecimientos de la restauración local (y que eso era lo que se percibía fuera), y ese era el gran problema, porque quizá quitaba protagonismo a alguna otras personas, pues yo no lo creo, pues de cara al exterior, mediáticamente no es que tuviera yo precisamente mucha presencia que se diga (salvo la entrevista de TVM en el desfile de 2016 en Murcia, y lo fue por exigencias del guión, ya que el presidente estaba fuera de boda, y las demás en la grada), y además tampoco lo pretendía. Pues aunque igual estas cosas me las dijeran para regalarme los oídos, esto podía ser verdad o no serlo. Y si bien sí es cierto que le he echado muchas horas de mi tiempo libre, en honor a la verdad, humildemente, tampoco creo que yo haya sido quien más he trabajado (o igual sí, qué leches). Porque lo mismo es que yo no valoro mi trabajo, porque lo veo fácil, y sí valoro el de los demás, que lo veo difícil, quién sabe, pero tampoco es cuestión de cronometrarse el tiempo dedicado por la gente a estos menesteres que, al fin y al cabo son casi un hobby, pues estoy seguro que todos y cada uno de los miembros de esta directiva en la que he estado, le ha echado el tiempo que ha sido preciso, e igual más del que la gente se piensa, que me consta, pues ha habido que sacar muchas cosas adelante y en muy poco tiempo, y no todos lo hemos tenido siempre, si bien algunas tareas ciertamente han sido más arduas y otras más livianas. Y lo mismo me vale para cualquier otro miembro de otras directivas anteriores, que si no han podido seguir por falta de tiempo, han sido personas responsables para con los festeros y lejos de aferrarse a la silla, se lo han dejado y han sabido dar paso a otras personas. Aún así, pese a lo anterior, siempre es de agradecer que desde fuera se haya reconocido el trabajo bien hecho (o que al menos se haya intentado que así haya sido). Es evidente que habré cometido errores al enviar algún email general donde se me ha olvidado poner un dato concreto de algo y enseguida me he dado cuenta y ya era tarde (como cuando envías un whatsapp y tiene una errata por el corrector, que hace lo que quiere a veces), pero cualquiera que me conozca sabe y puede estar seguro que ha sido un despiste que luego después he intentado subsanar. Por tanto si me he equivocado en algo, nunca lo ha sido con mala intención.
Sin embargo, en mi caso mi salida no ha sido por falta de tiempo, aunque sí me habría venido bien tener algo más para distribuirme mejor entre el trabajo (que al fin y al cabo es por lo que me pagan un sueldo cada mes), la escuela de idiomas (el curso pasado, este ya no, pues no hay más niveles) y estas cuestiones de las fiestas, así como mis demás ocupaciones de mantenedor de esta página, otras webs más, y demás redes sociales. Así como por qué no citarlo también, otras participaciones en otros foros (y a veces, hasta dormir). Sino principal y únicamente, y esto ha de quedar claro, por mantener bastantes diferencias con otra persona de la directiva, o más bien creo que por tenerlas dicha persona conmigo. La cual, me atacaba por mi trabajo y mis actuaciones, y yo, que tenía órdenes de arriba de aguantar y tener paciencia con ciertas insolencias, me cabreaba después, ciertamente, donde y ante quien correspondía, por su actitud para conmigo. Una situación muy insostenible donde las hubiera. Pero en fin, sin ánimo de entrar en más pormenores que no vienen al caso difundir en público, pues esto es sólo para informar lo justo y ya está, la cuestión es que se podría decir que tal y como se indica en la carta de dimisión, llegados en una reunión a un punto de no retorno el viernes 18 de noviembre, en la cual yo pensaba (así me constaba) que el desenlace iba a ser otro más bien distinto, y no lo que al final ocurrió, visto que los hechos no fueron como estaba previsto que fueran (o yo al levantarme e irme no di tiempo a que así ocurrieran, nunca lo sabremos realmente), y dado que visto lo visto no estuve nada de acuerdo con la actitud ni con las opiniones de quienes me acompañaban en la mesa, pues se me acusó de muchas cosas, unas justas y otras injustas, relacionadas con el asunto de la noche de la apertura de los sobres y lo ocurrido con los premios de los grupos, así como la repercusión mediática posterior, se me acusó de andar yo insultando con mensajitos del móvil a alguien de allí, luego se vio que eran «presuntamente» mis amistades, por lo que se me exigía que yo respondiera por mis amistades, y hasta se me amenazó con denunciarme por ello, se me dijo bien a las claras que esa no era la primera reunión en que nos reuníamos para debatir esto mismo (¿el qué?) y que en aquella primera ocasión se me había dado otra oportunidad (y yo voy y me lo creo, si hasta se cambió la clave del correo para que yo no pudiera enterarme de nada ni informara a los grupos de nada). Y por estas razones y algunas más, tras aguantar reproches hasta donde humanamente es posible mantener cierto nivel de dignidad, visto que iba a ser algo bastante infructuoso intentar dar ningún tipo de explicación al respecto de lo que se decía sobre mí (porque como digo, vislumbré entre los comentarios que la decisión estaba tomada desde hacía ya tiempo y esto estaba más que orquestado), opté por irme de dicha reunión, pues vi que eso era una encerrona y estaba claro que yo allí ya estaba de más, y como comúnmente se suele decir, donde no se le quiere a uno, no es preciso seguir estando más. Y me levanté, y me fui. Y no, nadie me llamó después para que volviera, ni en ese momento, ni luego por teléfono, ni por nada. Y tampoco lo esperaba. Era lo que se perseguía. Pues ya lo tenían. Ahora a apechugar con las consecuencias. No entiendo por tanto mi reacción como una reacción infantil como se dijo tras irme, ni una autoexclusión de la directiva como igual se quiso pintar por ahí, sino al revés, directamente como una exclusión a mí en toda regla. De hecho, existía otro grupo de Whatsapp de la directiva sin mí. ¿Quién excluía a quién?.
Hacía ya un mes o dos, que si bien no era mi deseo salirme, sí lo veía como la única opción posible que se me dejaba, pues con sus altibajos, la situación no iba sino a más y tampoco se tomaban medidas que me constaran para pararlo. Como una cosa son los dichos y otra los hechos, la paciencia llega a veces a un límite en el que no es posible aguantar más. Y otras personas no sé cómo actuarán en sus trabajos y a lo que estarán acostumbradas para mantenerse en el mismo, pero yo, que por mi trabajo he de tener bastante paciencia (pues inculcar nuevos conocimientos -y nuevas estructuras cognoscitivas, que diría Piaget- a alguien que está formándose, a veces es bien complicado), y además me tomo los insultos no como ofensas, sino como simples palabras -pues es lo que son al fin y al cabo-, y como el recurso último de alguien desesperado que no sabe expresarse de otra manera mejor, sin embargo a veces éstas palabras van acompañadas de actitudes y sentimientos más profundos y nada sanos (lenguaje no verbal, que se le llama a eso). Y eso es lo peor y sinceramente más insoportable que puede haber en alguien. Y de hecho, lo ocurrido unas semanas antes en la noche de la convivencia, cuando ya la bruma de la medianoche estaba llegando, no sabría si por mor de dichas circunstancias o por cuáles otras, lo ocurrido allí cabría calificarlo como irreal, surrealista, humor macabro, o si es que aquello acaso lo soñé yo solo o qué, pues en cualquier caso no sé bajo qué estilo «artístico» cabría calificar aquella actuación teatral. Pues que se me diga que vaya a ayudar a desatar las banderolas de la barandilla que yo mismo había estado colgando la noche anterior, y que de pronto estando allí se me acerque alguien por detrás y sin hacer ruido y sin mediar otra palabra comience a insultarme, a ofenderme, a llamarme «sinvergüenza, tonto, que tendría que ir a un psicólogo para que me dijeran lo tonto que soy», a decirme bien a las claras y entre otras cosas, que «lo que yo quería era que ese día hubiera sido un fracaso para poder ir luego criticando a la directiva» (esto me indignó ciertamente mucho, después de todo el trabajo y las horas que llevaba allí echadas y los viajes para acarrear cosas), por no hablar del choteo con la preocupación por la salud de mi espalda (que está perfectamente, por cierto), o más bien toreo posterior en la recogida de dichos carteles, con la connivencia y el silencio quizá cómplice o no, de otras personas que allí estaban presentes. Y la verdad es que esto me sonó a desquicie y no a otra cosa.
Todo esto, que sin entrar en más detalles de personalismos, puede sonar a cuerno quemado, a revancha o incluso a remover historias que no proceden remover en público. Son cosas que están ahí y con las que no es posible continuar conviviendo, porque luego igual se me crean úlceras, y creo que bastante las he dejado desarrollarse ya. Porque por mucha educación que tenga uno, por mucho que se le haya dicho que pase de lo que le digan, estas cosas son como el agua de la lluvia fina que va calando hasta llegar a la roca. Hasta que aquello termina por romperse. Y lo ocurrido, viene a ser algo así. En otros tiempos, en otros debates de foros y demás, no he tenido problema en responder lo que procediera a algunas intervenciones de individuos igualmente maledicientes, pero en este caso, yo al menos siempre he intentado hacer gala de mis estudios y mi educación adquirida, para saber dónde estaba y qué cargo representaba, tanto en público como en privado, para no caer en el burdo insulto a la primera provocación de este tipo. Y creo que yo al menos sí he mantenido ese sentido.
Por eso, con todo lo que he escrito en estos días, tanto en público como en privado, igual no lo he conseguido, pues es complicado camuflar tanta verdad en palabras «preñadas» para poder decir las cosas sin decirlas. Pero al menos lo he intentado hacer, y siempre teniendo en cuenta varias premisas, que eran decir lo que había que decir, con la educación y respeto que correspondían, sin insultar yo, para aclarar ciertas dudas (lo siento si no puedo ser más claro, pero las amenazas de denuncias se sueltan muy fácilmente en las reuniones), y también procurar no manchar el nombre de personas que no se merecen estas cosas para nada. Pero ante todo, como digo, he tenido bien presente el respeto a todos los festeros de Abanilla y al buen nombre que tiene y ha de tener una organización con tantos años ya como lo es la Federación de moros y cristianos. Habrá quien dirá que haciendo esto, no ayudo precisamente en este sentido, pero quizá sea así como precisamente más ayudo, porque los festeros tienen derecho a saber las cosas, máxime a saber las razones que han provocado la salida de un miembro de la directiva. Y entiendo que quien sea miembro de una Junta Directiva, no ha de serlo por el mero hecho de serlo y por tanto ha de creer que tiene todo el derecho a ocultar la información que le parezca bien. Un directivo ha de estar al servicio de los festeros, pues si está donde está, es porque un presidente se ha presentado con dicha persona en una lista, y porque los grupos así lo han estimado correcto votarlo. Al menos así lo entiendo yo. Y lo mismo que se entra, de igual forma también se sale. Que ciertamente la Federación (antes Asociación) ya ha visto muchas historias para no dormir, incluso peores, pues sí, esto es ciertamente posible. Y lo sé porque me he visto la mayoría de las actas. Bueno, realmente las he visto todas como tales, pero no las he leído todas con detenimiento. Así que cuando me planteé escribir este texto, así como la propia carta formal de dimisión, los otros mensajes que he enviado por correo privado y el que publiqué en mi muro en la noche del viernes 18 de noviembre cuando me fui de la reunión de la directiva y que luego modifiqué unas dos horas antes de la Asamblea, siempre intenté no hacer daño a quien no lo merece -aunque los daños colaterales son siempre inevitables-, y sobre todo no dañar la imagen pública de esta organización. Si al hacer esto no lo consigo, pido mil disculpas.
Y alguien dirá, bueno, ¿y entonces el problema de dónde surge?. Porque sabemos el final pero las cosas siempre tienen un inicio. El inicio podría ser quizá el no haber querido perder el contacto con el suelo, el haber estado disponible cuando un representante de grupo tenía un problema (personas que no me conocían de nada me llamaban y yo ni sabía de dónde habían sacado mi número), el haber respondido su consulta o haber transmitido su sugerencia donde procedía, y sobre todo, no sólo hacerlo, sino también haber defendido ese derecho. Y por querer hacer esto, que considero que es lo más normal cuando uno está en un cargo al servicio de otras personas, empezaron los problemas. Entrar en más detalles que ya he comentado como el cambio de la clave del correo electrónico y la existencia del otro grupo de whatsapp de la directiva sin mí, sólo hacen redundar más en lo mismo. De ahí que no comparta ese criterio que se me dio de mi «autoexclusión» para justificar mi salida. Pero es lo que hay.
En este tiempo se me ha dicho que sea responsable y hable las cosas a la cara, y no escondido en correos, facebook, etc. Que me deje de líos y marañas. Creo que eso incluye no publicar nada y quedarme callado en casa. Porque yo mismo me lo he buscado. En fin, creo que no hay nada que aclarar. Si acaso yo con los festeros, que tienen derecho a saber. Y creo que ya he aguantado bastante. Y creo que las cosas tienen un principio y un final. Y que lo mismo que se sube también se cae. Y que las cosas duran lo que duran. Y el tiempo da y quita razones. Y por efecto de la gravedad, las cosas, al final, caen por su propio peso.
Por eso lo publico esto hoy 21 de enero, porque en la Asamblea de hoy se han culminado las circunstancias esperadas y ya no hay razones ni motivos por los que callar ni esperar. Porque las cosas me consta que se han hecho al revés de como se había pactado que fueran con ciertas personas. Así que, porque por mucho que se quiera pintar todo esto de otra manera, las cosas siempre son como son, y en este caso quiero explicar cómo me lo parecen a mí, porque habrá quien no lo sepa o sí, pero estas son mis razones, gusten más o gusten menos. Y otras personas tendrán las suyas, por supuesto. Porque ahora mismo creo que si no lo digo reviento. Y lo siento por quien se moleste.
Ya lo he dicho arriba, pero lo repito: hace dos meses, el 22 de noviembre, envié al presidente la carta que acompaño arriba, para dimitir como miembro de la directiva de la Federación de moros y cristianos de Abanilla, pues hacía varios meses que tenía ciertas discrepancias a la hora de enfocar la forma de trabajar con otra persona también miembro de la directiva, y así le constaba todo porque yo se lo contaba todo. Los problemas venían repitiéndose y creciendo en intensidad. Y humanamente ya no aguantaba más seguir así. Desde entonces, he estado relativamente ausente, viendo películas y series tranquilamente, y cuando me he enterado de algunas cosas que se han hecho, me he quedado a cuadros al ver los desastres que se han hecho en mi ausencia, alguno he podido rectificar, como la convocatoria de la asamblea de hoy día 21, y ultimar la aprobación del nuevo reglamento, que si no lo pongo yo, hoy no se saca adelante, pero otros, como el contenido de la guía festera de la UNDEF, pese a que dejé el trabajo prácticamente hecho, no he podido, pues ya era tarde, por lo que será el mismo que el año pasado. Digo que he podido arreglar algo, porque hace dos semanas se me llamó para volver, porque se habían dado o se iban a dar unas circunstancias, que era la dimisión de la persona que había provocado que yo hubiera tenido que dimitir por no aguantar ya tanto. Siendo así, yo no tenía inconveniente de volver, aun a riesgo de perder en el camino parte de mi dignidad, pero estimé que lo primero eran las fiestas.
Finalmente, dicha persona, a pesar de que había dicho al resto de la directiva que se iba, que iba a enviar la dimisión, y también se le dijo que no se contaba ya con ella, dijo luego que ahora ya no se iba, ni ella, ni por simpatía, tampoco las demás miembros que la acompañaban. Y dado que el actual Estatuto no permite de forma explícita al presidente poder cesar a alguien de su equipo si ya no está a gusto con él/ella (sí, esto es increíble), esa fue la razón por la que yo sí dimití en noviembre, para no ser un problema y no bloquear la vida de la organización dado que vi que no se me quería allí. Teniendo en cuenta esto y lo anterior que he dicho, parece que hay gente que este concepto del verbo dimitir si no se les quiere en un sitio, no lo entienden y se enrocan, y no se van ni con aceite hirviendo. Vista esta situación, la solución era bien complicada. Aceptar mi dimisión e irme, que se fueran estas personas por las buenas, o dimitir y convocar elecciones urgentes en un mes. La solución era bien compleja con la Asamblea ordinaria en febrero donde hay que presentar las cuentas, y con las fiestas ya encima.
Ciertamente yo me fui en noviembre, sí, pero no se me aceptó mi dimisión hasta la Asamblea del 21 de enero. Por eso, porque a pesar de todo lo anterior, estaba prevista mi vuelta, porque no se estaban haciendo bien las cosas sin mí. Y mi vuelta era junto con la de Luisma, sí o sí, y yo aún formaba parte de la misma oficialmente, pues técnicamente no se había comunicado a la Asamblea mi dimisión. Y por eso, el «pretender» volver, era bajo esa premisa y condición, que dicha persona ya no iba a estar, circunstancia que finalmente no se dio, razón por la que en cierto modo no puedo evitar sentirme un poco engañado, por haber vuelto sin existir fehacientemente dicha dimisión. Por tanto, y para no tener líos, dadas las fechas, muy cerca de las fiestas, para evitar males mayores, lo más «razonable» era seguir con quienes no se querían ir, y aceptar ahora mi dimisión, la cual ya hice, y sí existía, y hacer estas fiestas como fuera. Lo entiendo, era lo más fácil, aunque me parezca injusto. Y en cualquier caso, en verano ya se verá lo que pasa, razón por la cual, no descarto nada, ya lo aviso, a pesar de todo esto que escribo aquí, lo cual como digo, es para lo que es, porque hoy por hoy, es preciso informar debidamente de las cosas, o al menos desahogarme yo. Mientras tanto, sea como fuere, yo no puedo evitar pensar que se me ha dado una patada, y además por segunda vez.
Dicho lo cual, y vistas las circunstancias en que me encuentro de verme vetado por ciertas personas que no me quieren al lado, considero que lo más correcto ahora mismo, es mantenerme al margen de las fiestas, y sobre todo de la directiva, quedarme en mi grupo, que se está muy bien, y que dichas personas, -esas que decían que yo iba a una velocidad distinta al resto de la directiva y que no me seguían mi ritmo de trabajo, porque yo iba muy rápido-, si tanto se creen que valen y por eso me han boicoteado, que con su pan se lo coman. Porque yo, donde no se me quiere, no me gusta estar, porque no me gusta molestar. Ahora, cuando haya que hacer todo lo que sólo yo sé que hay que hacer, porque me lo curré yo solito hace un año sin ayuda de nadie, que llamen a Rita la cantaora. Que yo no existo. Lo siento mucho por las fiestas y los festeros, pues no pretendía fallarles, y sobre todo por el reinado de mi prima Ángela, que espero que pese a todo esto le vaya bien, pues por suerte tiene quien le defienda muy bien, pero yo, por principios, creo que no debo colaborar con quienes me vetan. No lo merecen. Quien quiera gloria, que se la gane con su propio esfuerzo, no con el mío.
Aceptar la salida digna que se me ofreció el día antes, el 20 de enero, de salirme para estar en los grupos de trabajo del Área VI para preparar la Asamblea de marzo de la UNDEF en Murcia, sería una «patada hacia arriba». Así lo entendí yo y cualquiera a quien le he contado esta opción. Y en cualquier caso, de cara a la Asamblea era «perder la batalla». Y aunque no se quisiera pintar así, así lo entendí yo. Por lo que esto estaba claro: Era o todo o nada. Yo no tenía por qué irme porque no fuera válido ni no tuviera capacidad. Sencillamente me había ido porque tenía serias diferencias con otras personas de la directiva y punto. Y por tanto seguir ayudando en algo aunque fuera mover una pestaña para ayudar a estas personas, iba en contra de mi dignidad. Por tanto, si yo llegara a hacer algo en este sentido para ayudar a la Asamblea de la UNDEF, lo haría de forma personal, como ya me lo han propuesto otras personas de Abanilla el hacerlo así también, sin tener nada que ver en absoluto con ser enlace de la directiva. Al menos mientras estén estas personas que me vetan a mí.
Dicho todo lo anterior, le deseo la suerte que yo no he tenido al presidente Alfredo y al de nuevo vicepresidente Luisma, para que sepan aguantar los estoques y las afrentas que les vengan por delante y por detrás, porque sé que han sufrido mucho por mi causa con esto. Les agradezco en el alma haber contado conmigo en su día y haberme defendido ahora hasta el final para seguir adelante y yo con ellos. Me habría gustado que así hubiera sido. Es una pena no poder llevar a cabo el trabajo que aún queda por hacer, que es mucho y muy ilusionante, pero tendrá que esperar. Espero que en mi ausencia forzada, sepan llevar este barco bien recto pese a las marejadillas que se encuentren y se les pongan en el camino.
Por último, quiero pedir disculpas a los festeros de a pie y a los representantes de los grupos, que no se merecen este espectáculo tan patético que me han obligado a protagonizar. En ningún momento tuve intención de que todo esto fuera así. No entré para esto. Saben bien que mientras he estado ahí, siempre he estado disponible para todos los que me han escrito o llamado, para ayudarles a resolver cualquier duda o problema que tuvieran, porque yo no entré a esta directiva para encerrarme en el castillo y pasar de los festeros, sino para compartir la información, porque es de todos, y porque yo he sido festero de a pie, y así me siento, y lo he hecho como yo hubiese querido que se me hubiera tratado. Porque entiendo que las directivas, sean de donde sean, han de estar al servicio de los festeros y los grupos, porque para eso se presentan. Y sinceramente, no pongo la mano en el fuego por lo que pasará ahora, pero conociendo la casa por dentro, diría que esto ya no será así. Así que lo siento mucho.
Me quedo con lo que he conseguido: he conseguido escanear y organizar todas las actas y todos los archivos de todas las actas de la historia de la Asociación y ahora Federación, y ponerlas online en la web, a disposición de todos los festeros que las quieran ver. Me quedo con haber cambiado la web entera, nueva, y haberla hecho nueva desde cero. Me quedo sobre todo con el trabajo realizado para la reforma del Reglamento y que por estas penosas circunstancias no me han dejado siquiera ultimar en la Asamblea realizando yo el acta como habría sido mi deseo y así solicité. Con todo eso me quedo. Y creo que eso no me lo puede quitar nadie, y tampoco creo que nadie lo pueda superar.
Aun así, aún hay quien dice que no hay nadie imprescindible en esta vida, así que espero que nadie tenga que acordarse mucho de mí. Buena señal será. Dicho lo cual, aquí me despido, esperando que esta pesadilla pase pronto, porque si dicen que sólo el tiempo pone a cada cual en su sitio, salvo que esta tierra sea realmente el infierno, creo que debería existir la justicia divina. Y cuando esto ocurra, espero que un nuevo equipo de personas más preparadas, sepa llevar estas fiestas adelante sin tanta psicosis. Lo dicho, fue un placer mientras duró.
Muy largo
Me he perdido por el camino
Pero lo he vuelto a encontrar
A veces, menos es más
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