LAS MUTACIONES HERÁLDICAS Y LAS MORDIDAS DEL ESTRAPERLO

Abanilla siempre, de “to la vida”, ha sido muy monárquica, incluso durante los cinco primeros años de la II República (1931-1936), pues siguieron usando el escudo municipal con las armas reales, como se venía haciendo desde el primer cuarto del s. XX que, presuntamente y casi seguro, su uso fue de facto, por lo que se puede vaticinar, sin necesidad de descifrar las profecías de Nostradamus y Damas del Paúl (que no del Padul), que es muy posible que «su reinado» vaya para largo, con la mutación al gusto del consumidor que se le hizo, también de facto, en 1996. Para estos vaticinios no hace falta recurrir a ningún adivino del pelaje de Rappel (que ya casi no necesita raparse), auxiliado por la bola de cristal esmerilado o cualquier otro artilugio, sino que con fijarse en la cabra con gafas colgada del Toisón de Oro, que lleva ya más de diez trienios cumplidos ejerciendo de portera en el Ayuntamiento, es suficiente razón para deducir que las cabras y cabros siempre tiran al monte por su instinto natural y genético; a los montes geográficos, que no a los Montes de Piedad, que eran instituciones benéficas de la caridad popular sin ánimo de lucro. Pero toda regla tiene su excepción y en el caso que nos ocupa, de los cabros y cabras que pululan y han pululado por el espectro de la política española, en dictadura, dictablanda, monarquía absoluta y la ídem parlamentaria y constitucional, la honradez se le supone, en tanto en cuanto no se les pueda demostrar lo contrario. ¡Difícil me lo pones, Sancho!, le diría en este caso don Quijote a su fiel escudero, porque su instinto básico les lleva (salvo las excepciones que confirman a toda regla), a meterse en parcelas donde se pueda rosigar algún hierbajo para después rumiarlo en sus pesebres, incluso si fuera necesario en el Pesebre de Belén, cuando llega la Navidad.

(Ilustración: el sello del concejo abanillero del s. XVI)

En primer lugar, hay evidencia contrastada de que el escudo o sello municipal de Abanilla era circular, con la cruz de Calatrava en el centro y a la redonda la leyenda FAVANILLA. Esto lo dicen varias actas del concejo del s. XVI y lo corrobora un sello en lacre que hay en un legajo de Abanilla del s. XVII, en el Archivo Municipal de Murcia, investigado y publicado por don Luis Lisón.

(Ilustración: el escudo municipal a partir de 1915)

En el primer cuarto del s. XX, hay constancia del empleo de este otro blasón municipal, que se imprimió en el programa de fiestas de 1915, 1917 y sucesivos, excepto en algunos años muy concretos. Y hasta no hace mucho tiempo figuraba en un cuadro que hubo en el despacho del Alcalde, sin firma ni fecha ni nombre de su autor, que se estuvo empleando como logotipo municipal y poniéndolo en los programas de fiestas hasta el año 1995, con la excepción del periodo 1936-1939. Que se sepa a ciencia cierta, el empleo de este escudo real como emblema municipal en estas fechas carece del permiso de La Casa Real y no tiene el informe de la Real Academia de la Historia, por lo que se desconocen las razones documentadas que dieron lugar a su empleo, lo que hace suponer que fue de facto.

(Ilustración: el escudo de La Peseta de Abanilla de 1937)

En los tres últimos años de vida y muerte de la Segunda República (1936-1939), cuando el 23 de mayo de 1936 se constituyó una nueva corporación municipal, procedieron a la reforma del escudo municipal en uso. Dicha reforma consistió, principalmente, en eliminarle la Real Corona y en su lugar poner la Corona Mural que oficialmente identificaba a esta República; le quitaron el Toisón de Oro, vellocino incluido (que no una cabra con gafas), y en su lugar le colocaron dos ramas de laurencio glorioso, que de forma arqueada enmarcaban al blasón; pero lo más importante fue la sustitución de «la cruz patada» (que así se llama en términos heráldicos este tipo de cruces del Santo Sepulcro y de los Templarios), poniendo en su lugar el emblemático logotipo -la hoz y el martillo)-, de una nueva cadena de ferreterías en proceso de expansión por toda Europa desde 1917, algo similar a lo que ahora conocemos como «supermarchés» o las grandes almacenes de la cadena «Y-QUEA». Este suculento negocio tuvo su origen en la sacrosanta y ortodoxa Rusia, tras mandar al séptimo cielo al último de sus zares, de la dinastía de los Románov (no confundir con los Ramonet de Orihuela, vendedores ambulante de las famosas mantas muleras). Este apócrifo escudo lo podemos observar con todo detalle en los billetes de una peseta y de dos reales (cincuenta céntimos), que emitió el Ayuntamiento de Abanilla en 1937. Quizá sea esta mutación las más significativa y anecdótica de un Real Escudo de España. De estos billetes se conservan muy pocos, porque a partir del 1 de abril de 1939, se difundió a bombo y platillo que al que le pillaran algún papel que llevara impreso el anagrama de la famosa cadena de ferreterías rusas (la hoz y el martillo) lo detenían y lo metían en el calabozo, haciéndole tragar dichas inmundicias. Algo parecido pasó cuando entró en servicio el inquisidor general Torquemada, que publicó un edicto para avisar de que el que tuviera libros o documentos escritos en arábigo los tenía que llevar a una plaza pública, donde formaron una falla (y falla viene de fallo), que todavía no han conseguido superar las de Valencia. De este modo, perdimos legajos que ahora serían muy interesantes e ilustrativos para entender mejor nuestro pasado. Algo parecido sucedió en Florencia con el fraile dominico Savonarola, que hizo recoger todos los libros que se consideraban indecentes y los quemó públicamente, en lo que se llamó «la hoguera de las vanidades», mientras él decía en alta voz, que no con un altavoz: ¡Arrepentíos, hermanos, que ya se acerca el diluvio! El final de este fraile fue de película, pues por atreverse a contradecir al Papa Alejandro VI (español, de Játiva, de la noble familia de los Borgia, con palacete en Gandía, al que los italianos le llamaban el papa Borgia, que le dio el título de Reyes Católicos a Isabel y Fernando, por su inestimable ayuda para conseguir el papado con un muy estudiado nepotismo ), y poner en evidencia su lujuriosa vida y milagros lo excomulgó y metió en la cárcel de la Inquisición, que lo condenaron a morir achicharrado en la misma plaza donde él formó «la hoguera de las vanidades». Su obra (libros y escritos), pasaron a formar parte del índice de publicaciones prohibidas. ¿Se acuerda algún lector autóctono o foráneo, de lo que le pasó al Pregón Satírico -que para algunos era fatídico-, en el balcón de…Fernando VI?

(Ilustración: el escudo de piedra de Fernando VI, en el balcón del Ayuntamiento)

Como podemos observar, los Borbones españoles no llevan en sus blasones la cruz del Santo Sepulcro y quitaron las Quinas de Portugal, porque ya no estaba este territorio peninsular bajo su corona, que ya fueron cedidos por Carlos II en 1668, con el tratado de Lisboa. Pusieron las flores de lis y conservaron los símbolos de Flandes, Tirol y otros más, hasta que Juan Carlos I lo ha simplificado al máximo y ha eliminado toda la simbología que ya no tiene nada que ver con los reinos que actualmente conforman el Estado Español. Así es la historia.

(Ilustración: el escudo de la peana de la Santa Cruz)
(Imagen de Ginés R.R.)

En el año 1962, se adornó el relicario de la Santa Cruz con varias florituras de orfebrería y se sustituyó su peana de estilo neogótico (ídem al estilo del trono que se adquirió en 1944), por otra en forma de voluta invertida, en la que se colocó el blasón municipal en uso, ídem al de 1915, pero con la corona real. Según las pesquisas e indagaciones realizadas por un internauta corvillero (de la asociación secreta de la corvilla de Abanilla), este escudo de la peana de la Santa Cruz sí que coincide con el que Felipe II empleó cuando fue rey de España y Portugal, en lo que se llamó LA UNIÓN IBÉRICA (esto suena a pata negra). Entre otros símbolos heráldicos lleva las Quinas de Portugal y la cruz patada del Santo Sepulcro, porque según la descripción en uso en aquel entonces, Felipe II era rey, por la gracia de Dios, de Castilla, Aragón, las dos Sicilias, JERUSALÉN…, Portugal y un largo etc. La cruz del reino cristiano de Jerusalén la adoptó en su heráldica san Luis de Francia (que fue a las dos últimas cruzadas y murió en la última), y estableció allí dicho reino cristiano, pasando después esta cruz a sus herederos. San Luis de Francia era hijo de la infanta Blanca de Castilla y, por tanto, primo hermano de Fernando III El Santo. Se casó con Margarita de Provenza, cuyo padre era nieto de Alfonso II de Aragón. Felipe II era hijo de Isabel de Portugal y a la muerte del rey Sebastián I de Portugal, sin dejar descendencia, tras una serie de vicisitudes, apoyado por la nobleza y el alto clero lusitano se ciñó la corona portuguesa. Sin embargo, muchos otros blasones que utilizó Felipe II, como los de la ilustración de mi escrito de LOS CABREAOS y otros que se pueden ver en tratados de Historia y museos varios, no llevan la cruz del Santo sepulcro y en su lugar llevan flores de lis. Yo, a mi corta instrucción heráldica no llego a entender el por qué de la cuestión, pero para eso están los más altos y severos entendidos en esta materia, así como las Reales Academias de Historia, de Heráldica y de Genealogía.

(Ilustración: el escudo del piso de Los Porches del Ayuntamiento-la cabra con gafas)

Esta mutación se produjo en los años 1983-1986, consistente en sustituir el vellocino que cuelga del Toisón de Oro por una cabra con gafas, presuntamente de la raza murciano-granadina, lo cual constituye una pedantería más de la heráldica municipal abanillera y demás petardeos concejiles.

(Ilustración: el escudo que diseñó en 1996 S.A.N., que figura desde entonces como escudo municipal)

Este escudo que se emplea como emblema municipal, que está en la bandera aprobada en 1999 (la pendonera), es tan apócrifo como todos sus antecesores desde 1915, porque no tiene autorización de la Casa Real ni informe favorable de las Reales Academias de La Historia, sino todo lo contrario.

(Ilustración: el escudo de la propuesta de «La Comisión», diseñado por D. Luis Lisón)

La polémica de esta propuesta de escudo y bandera está servida, a juzgar por las seis alegaciones que se han presentado en plazo y forma, que están a la espera de su correspondiente informe y resolución porque, de lo contrario, dejarlas que se pudran por silencio administrativo sería un manifiesto fraude democrático y una falta de respeto a las personas que se han tomado la molestia de hacer dichas alegaciones, por impedir que se siga el curso del procedimiento administrativo, actualmente a la espera de que los responsables de la actual corporación municipal pulsen el botón de «continuar».

Hay que reconocer y aceptar, que esto de intentar explicarle al abanillero de a pie todo el embrollo escudil y banderil reinante, es más difícil de que lo entiendan, que aquella parábola «del paso de un camello por el ojo de una aguja» que, según los interpretadores bíblicos, no se trataba de una aguja de coser o de hilvanar, sino de unos pasadizos secretos y estrechos que se hacían en las murallas, por el que solamente, y con mucha dificultad, en caso de extrema emergencia conseguía pasar una persona que no fuera barrigona o estuviera embarazada (que no embarazosa). Reactualizando esta parábola, se me ocurre decir lo siguiente: Reinando ciertos próceres, va a resultar más difícil enmendar los actuales símbolos heráldicos municipales de Abanilla, que el que la ciudad departamental y cantonal de Cartagena consiga la provincialidad. Sin embargo, no faltan otros que tienen mucha fe, quizá una fe acentuada (fé), que así se escribía en tiempos pretéritos, sobre todo cuando dicha fe se refería al cristianismo. Pues que no os quepa la «mayor» duda (así lo dijo un conserjal muy popular, de viva voz, en un pleno del que hay testigos y puede que se conserve el audio, si no se lo han comido los ratones), de que la fe, sobre todo la acentuada y exacerbada, es capaz de mover montañas sin necesidad de utilizar maquinaria pesada…, pero hay que apostillar y convenientemente aclarar, de que se trata de «montañas de billetes de banco de curso legal», sobre todo los procedentes de las montañas de basura almacenada sin reciclar y del turismo religioso inherente a todas las religiones del mundo mundial, desde aquí hasta Jerusalén, pasando por La Meca, La China, Japón y hasta completar la ruta de la vuelta al mundo en ochenta días.

La historia de la evolución natural del “homo sapiens”, desde que dejó de ser vegano y se comía a bocados la carne de los animales que cazaba, las mandíbulas se le pusieron más duras que el hierro y que el bronce de Los Tartesios. Esto mismo le suele suceder a ciertos políticos, que cuando se sientan en la poltrona se les endurecen las ideas y se comen a bocados las promesas que hicieron en la campaña electoral, envueltas en los panfletos y octavillas que alegremente difundieron y predicaron en sus mítines; y en este recto proceder sí que hay muy pocas excepciones que confirmen la regla, sino todo lo contrario. Un refrán muy español dice que no es lo mismo predicar que dar trigo. Un dicho muy popular en Italia, es que cuando sucede algo desastroso, por lo que sea, aunque sea un desastre natural, porque es muy natural que pase, los ciudadanos de a pie dicen: ¡Porco Goberno!, sea del color político que sea, con sus siglas identificativas, el gobierno reinante.

Decía Pedro Laín Entralgo, que antes de decir él que sus amigos son los mejores, prefería que otros dijeran que los mejores son mis amigos.   

ACLARACIONES HISTÓRICAS: La cruz del Santo Sepulcro procede del primer reino cristiano que se estableció en Tierra Santa, durante las Cruzadas, del que fue su primer rey san Luis de Francia, que la puso en su blasón. No se debe confundir con el reino de Cristo, que ya se lo dejó claro a Poncio «El Piloto», Jesús El Nazareno: “que su reino no era de este mundo”. Pero este cenutrio de origen galo, yernazo de Tiberio, en contra de la opinión de su esposa que le advirtió que Jesús estaba siendo víctima de una conspiración judeo-farisaica, se lavó las manos para protegerse del coronavirus que venía desde China por la ruta de las especias, y lo condenó a muerte, a muerte en la cruz, rodeado de dos malhechores: uno ladrón de profesión (el buen ladrón), y el otro, presuntamente, un político revolucionario (el mal ladrón). Algunos zascandiles abanilleros y favanilleros, no alcanzan a entender que apropiarse de un escudo real para su uso municipal es un robo político manifiesto, aunque se haga de facto, sin permiso de la Casa Real e informe favorable de las Reales Academias de Historia, por lo que pueden ser comparados con «el mal ladrón» al que crucificaron con Jesucristo por orden del Prefecto de la Palestina Romana, equiparable a nivel periodístico y literario con La Palestina Murciana.

(Ilustración: una romana de pesar)

Debo aclarar, y aclaro, que los Románov no son los fabricantes de los populares artilugios que por el sistema de la palanca y la contrapesa, tanto se han empleado en tiempos pasados (antes de inventarse las básculas electrónicas), para pesar en arrobas (@) el esparto y demás productos de la agricultura sostenible, ensacados, envasados o atados, en pretéritos tiempos no muy lejanos de la autarquía y el estraperlo.

(Ilustración: la ruleta STRAPERLO)

El vocablo de estraperlo tiene su origen en un acrónico derivado de Strauss y Perlowitz, que fueron dos socios de origen holandés, inventores de una ruleta rusa para juegos de azar, trucada por medio de un artilugio eléctrico, accionado por el crupier discretamente por medio de un pulsador disimulado convenientemente, consiguiendo así desnivelar la ruleta en el momento oportuno, para facilitar enriquecer a «La Banca» ¡Blanco par y pasa; jueguen señores, anímense! A esta ruleta, que no llegaron a poderla patentar, oficialmente, se le conocía por la marca acrónica de sus fabricantes: STRAPERLO. Se montó en un casino de Las Vegas, financiado por La Cosa Nostra, cuyos inventores y promotores tuvieron que salir de allí por patas, con la metralleta de rodillo en la mano, de incógnito, que se salvaron de puro milagro, perseguidos por los agentes del equipo anticorrupción de Eliot Ness -Los Intocables- . Huyeron a México, sin necesitar saltar la valla, porque Donald Trump todavía estaba en los ovíparos de su progenitor y no construyendo el Muro. Después aparecieron por Madrid y en concomitancia con algunos agentes gubernamentales al estilo Villarejo, le ofrecieron a políticos radicales del entorno de Lerroux sobornos en diferido, para obtener la autorización para montar su singular ruleta en un casino del entorno capitalino. Lo consiguieron; y los «lerrouxinianos» recibieron suculentas mordidas al estilo del «bar-cenas», comidas y meriendas, pero cuando fue detectado este “affaire” por los agentes anticorrupción de Hacienda, se vieron en un aprieto los «lerrouxinianos» y otros más, lo que les costó desaparecer del espectro político de la II República. Esto demuestra que la corrupción de las mordidas no es nada novedoso en la política presente de nuestra faz, aunque en la actualidad  haya cambiado de «modus operandi» y anden por los vertederos incontrolados, nadando entre los lixiviados o sublimándose entre los humos y los efluvios que emanan, asegurando los más osados a decir de forma pública y notoria que son tóxicos pero no peligrosos.

Moraleja.- De molinero y de almazarero cambiarás, pero de sátrapa no escaparás.

E. Marco, cronista oficioso de Favanilla hasta ultratumba; más allá del ocaso de los dioses de trapo: los escudos y las banderas.

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2 comentarios

Archivado bajo Cultura

2 Respuestas a “LAS MUTACIONES HERÁLDICAS Y LAS MORDIDAS DEL ESTRAPERLO

  1. E.Marco

    He recibido un comentario para que se ponga en el escrito de las mutaciones, pero la persona no quiere que figure su nombre, pero lo considero interesante. Se trata de lo siguiente:

    COMENTARIO.- He leído detenidamente lo de Las Mutaciones Heráldicas y en lo referente a la Peseta de 1937, considero que las mutaciones o alteraciones que le hicieron al escudo real eran legales. Tan legales como la aprobación de la bandera de 1999, la actual, esa que dicen que es un pendón. Se da la circunstancia, que en 1937 la II República ya le había confiscado todos sus bienes, prerrogativas y derechos a la monarquía española, que estaba en el exilio, por lo que entiendo que las pertenencias de la Casa Real pasaron a ser propiedad del «pueblo soberano, sin soberanos». Por tanto, las instituciones que gobernaban el país consideraron que tenían todo el derecho a utilizar los escudos y blasones reales a su gusto y conveniencia, sin tener en cuenta para nada el informe de las Reales Academias. Y eso es lo que hicieron en Abanilla y en otros sitios más. Solamente me queda la duda de saber si dichas reformas heráldicas se decidieron y fueron aprobadas por el pleno del gobierno municipal de aquel momento, o fueron fruto de la borrachera del triunfo electoral del Frente Popular, a todas luces antimonárquico.

    Para todos aquellos que creen que el escudo que ostentó Francisco Franco cuando asumió la Jefatura del Estado, con el águila de san Juan y todas las armas reales de los Reyes Católicos, con algunas alteraciones, incluso el yugo y las flechas, era legal, decirles que fue legal según sus leyes, por un Decreto suyo -y cualquiera le hacía la contra-, sin pedirle informe a la Real Academia de la Historia, para no verse obligado a que le pusieran en evidencia su atrevimiento, porque en las dictaduras, aunque sean blandas, las leyes las hace el dictador, a su gusto y conveniencia. Posiblemente, sea ésta la razón por la que la actual democracia ha suprimido este escudo, que aunque forma parte de nuestra historia más cercana no le pertenecía, porque contenía las armas reales y éstas solamente son de uso para los miembros de La Casa Real Española desde la unificación de los reinos de Castilla y Aragón por los Reyes Católicos hasta nuestros días, con Felipe VI.

    RESPUESTA.- Considero que su comentario está bastante bien razonado, pero las actas municipales del periodo comprendido entre el 1 de abril de 1931 al 1 de abril de 1939, por lo visto y oído es mejor no tocarlas ni removerlas, hasta que no pasen cien años o más, cuando las generaciones venideras vean nuestro pasado histórico desde otra perspectiva menos visceral y meapilil, cuando comprendan que en las guerras no hay buenos ni malos, sino que todos son malos, unos más que otros y los otros más que los unos; que los vencedores siempre llevan la razón, generalmente por la fuerza, y que los perdedores siempre son los malos de la película, aunque la realidad demuestra lo contrario. Porque la raza hispana ha sido siempre muy noble y muy brava, por eso hemos tenido más guerras internas que cualquier otro país de nuestro entorno, pero cuando conseguimos unirnos frente a un enemigo exterior somos capaces de aniquilarlo con menos medios que ellos, con armamento más rudimentario y obsoleto, pero con mucho coraje y valor hasta límites insospechados, como se demostró en la guerra de la Independencia, contra un ejército más preparado y disciplinado que el nuestro, a base de la guerra de guerrillas donde todo vale para desgastar al enemigo común de La Patria.

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