La burricie del epíteto del “Vera” que se ha creado en Abanilla, a partir de 1998, en que Ramonluí nos deleitó con su histórico pregón oficial de fiestas y se refirió a nuestro relicario como la “Santísima y Vera”, ha alcanzado ya tal dimensión oficialista, que ha corrompido a la ciudadanía tanto como el vertedero. El apoyo institucional del “opus granitis”, va a pasar a la historia local como más duro que el “mármol”, el que cegó en la cripta de nuestro templo 262 años de historia clerical; desde 1712 a 1974 ¿Quién será el próximo que tire al vertedero parte de la historia de nuestra Hermandad, con el apoyo de la cohorte de alzadedos que nos han endosado el escudo, la bandera pendonera y la desmesurada subida del IBI?
Los frailes Franciscanos de Santo Toribio de Liébana, a juzgar por su proceder, tienen que ser algo atrasados de entendimiento, porque desde 1736 (la Bula de Santísima, en sustitución de Santa-Vera) no se han percatado que además de Santísima le pueden agregar lo de “Vera”, para ser más importantes, como hicieron los caravaqueños a principio del siglo XX. Los priostes de nuestra Hermandad peregrinaron a Liébana, ex proceso, y les regaló a aquellos monjes una Santa Cruz de aquí, con el marchamo de “Vera” pero, hasta ahora ni caso; no le han agregado el “Vera”.
Moraleja: Hay que ser granítico de mollera, para emplear el epíteto de Santísima y Vera; y no exceptúo a ninguno, aunque sea cura, obispo o catedrático. Ganar sin riesgo (llevando ases trucados bajo la manga) es triunfar sin gloria y esta gloria suele ser pasajera, aunque dure cien años, como en Caravaca, que ya le están quitando a los souvenirs el “Vera”.
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